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Industria
7 min de lectura

Lo que Está Pasando con la Digitalización en el Campo Español

Una reflexión sobre la transformación digital del sector agroalimentario: dónde estamos, qué está cambiando, y por qué importa más de lo que parece.

Lo que Está Pasando con la Digitalización en el Campo Español
AIXA Team

AIXA Team

Equipo de expertos en IA

Hay una conversación que se repite cada vez que hablamos con alguien del sector agroalimentario. Suele empezar con una queja sobre la burocracia, sigue con una mención al cuaderno de campo digital que “va a ser obligatorio”, y termina con un suspiro resignado.

La digitalización del campo español está pasando. Pero está pasando de una forma peculiar: a medio camino entre la obligación normativa y la oportunidad desaprovechada. Este artículo es una reflexión sobre lo que estamos viendo.

El contexto: un sector en transformación

El mercado global de agricultura digital está valorado en unos 23.000 millones de dólares en 2025, y se proyecta que supere los 65.000 millones para 2035. No es una moda pasajera. Las grandes potencias agrícolas están invirtiendo fuertemente: Estados Unidos ha destinado 3.100 millones de dólares a través del USDA para proyectos de agricultura climáticamente inteligente. Reino Unido ha canalizado más de 22 millones de libras en iniciativas de smart farming.

En España, el Ministerio de Agricultura lleva años impulsando la Estrategia de Digitalización del Sector Agroalimentario. Existe un Observatorio de Digitalización, cofinanciado con fondos Next Generation. El foro DATAGRI, que celebró su octava edición en noviembre de 2025 en Murcia, se ha consolidado como el punto de encuentro del sector.

Los datos de impacto son prometedores. Según análisis de Stratesys, la implantación de soluciones tecnológicas ha mejorado hasta un 35% la eficiencia en determinados procesos de empresas del sector. La agricultura de precisión, con sensores, IoT e imágenes satelitales, ha permitido mejoras del rendimiento de hasta un 25% y reducciones de costes operativos de entre un 20% y un 35%.

Pero hay un problema. El grado de digitalización varía mucho según el eslabón de la cadena. Mientras proveedores de insumos y distribuidores muestran niveles de madurez elevados, los productores siguen mostrando una adopción mucho menor. Las inversiones requeridas, la resistencia al cambio, y la falta de formación específica siguen siendo barreras.

La normativa que empuja

Uno de los catalizadores más potentes de la digitalización está siendo, paradójicamente, la regulación. El Real Decreto 1054/2022 estableció el Sistema de Información de Explotaciones Agrícolas (SIEX) y el Cuaderno Digital de Explotación Agrícola.

Los plazos son claros: a partir de enero de 2026, el registro digital de tratamientos fitosanitarios será obligatorio. Para enero de 2027, lo será el resto del cuaderno de explotación. Quien no cumpla no recibirá multas directas por el cuaderno en sí, pero las consecuencias indirectas pueden ser severas: reducción o pérdida de las ayudas de la PAC, que para una explotación de 50 hectáreas pueden superar los 20.000 euros anuales.

Y más allá del cuaderno, la normativa fitosanitaria general ya contempla sanciones significativas. Según la Ley 43/2002 de Sanidad Vegetal, las infracciones leves (como no disponer de carnet de aplicador) acarrean multas de entre 300 y 3.000 euros. Las graves pueden llegar a 120.000 euros. Las muy graves, hasta 3 millones.

No estamos hablando de un futuro hipotético. Estamos hablando de normativa que ya está en vigor y que se va a aplicar.

El problema del relevo generacional

Hay otro factor que a menudo se pasa por alto cuando se habla de digitalización: la demografía.

La edad media de los agricultores en la Unión Europea es de 57 años. Solo el 12% tiene menos de 40 años. En España, el 41% de los titulares de explotaciones son mayores de 65 años, y apenas un 4% son jóvenes menores de 35 años. Según datos de COAG, el sector necesitaría incorporar 20.000 agricultores al año para asegurar el relevo generacional. Y seis de cada diez agricultores actuales entrarán en edad de jubilación en la próxima década.

La Comisión Europea acaba de presentar su “Estrategia de relevo generacional en la agricultura”, con el objetivo de duplicar la proporción de jóvenes agricultores para 2040. Entre las barreras identificadas están la dificultad de acceso a la tierra, las limitaciones para obtener crédito, la falta de formación empresarial, y la escasez de servicios en las áreas rurales.

Pero hay una barrera que se menciona menos y que nos parece igual de importante: muchos jóvenes no quieren trabajar con herramientas del siglo pasado. Una explotación que funciona con Excel y papel, que toma decisiones “porque siempre se ha hecho así”, que no tiene visibilidad sobre sus propios datos, es mucho menos atractiva que una que opera con sistemas modernos de gestión.

La digitalización no es solo una cuestión de eficiencia. Es una cuestión de atractivo para el talento que el sector necesita desesperadamente.

Lo que exige el mercado

Y luego está el mercado. Los grandes distribuidores, las cadenas de retail, y especialmente los mercados de exportación, exigen cada vez más trazabilidad verificable, datos de sostenibilidad (huella de carbono, uso de agua), y respuesta rápida a consultas de calidad.

No es que pierdas la negociación si no puedes proporcionar esto. Es que ni siquiera te consideran como proveedor.

Los estándares ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) están pasando de ser un diferenciador a ser un requisito. Y demostrar cumplimiento ESG requiere datos. Datos que, si no estás digitalizado, simplemente no tienes.

Una cuestión de visibilidad

Hay algo curioso en cómo se percibe la digitalización. El coste de digitalizar es muy visible: es una factura, un contrato, una inversión que hay que aprobar. El coste de no digitalizar es invisible: son las horas que se pierden en tareas manuales, los errores que se asumen como normales, las oportunidades comerciales que nunca llegan porque ni siquiera te enteras de que existían.

Los estudios del sector sugieren que la agricultura de precisión puede generar ahorros de 25 dólares por acre solo en semillas, fertilizantes y protección de cultivos. Que los sistemas de riego inteligente reducen el consumo de agua entre un 20% y un 30%. Que el payback de muchas inversiones en smart farming puede ser de 6 a 12 meses.

Pero esos beneficios son difusos, repartidos en el tiempo, difíciles de atribuir a una sola decisión. Mientras que la factura del software está ahí, clara y concreta.

Esta asimetría en la visibilidad de costes y beneficios explica mucha de la resistencia a digitalizar. No es que la gente no quiera mejorar. Es que la mejora es abstracta y el gasto es concreto.

Lo que estamos viendo

En nuestro trabajo con empresas del sector, vemos patrones que se repiten.

Las empresas que digitalizan bien suelen empezar por lo obligatorio (cumplir con la normativa), seguir por lo que genera ROI inmediato (inteligencia de mercado, automatización de reporting), y luego avanzar hacia lo diferencial (predicción con datos satelitales, certificaciones de sostenibilidad verificables).

Las empresas que digitalizan mal suelen comprar tecnología sin plan, sin formación, sin acompañamiento. Acaban con sistemas que nadie usa porque no se gestionó el cambio.

Y las empresas que no digitalizan… cada vez tienen más difícil competir. No porque les falte calidad en el producto, sino porque no pueden demostrar esa calidad de la forma que el mercado exige.

Una reflexión, no un sermón

No queremos que este artículo suene a sermón. No estamos aquí para decirle a nadie lo que tiene que hacer. Cada empresa conoce su situación, sus recursos, sus prioridades.

Pero sí queremos poner sobre la mesa que la transformación digital del campo español no es opcional. La normativa la impone. El mercado la exige. La demografía la hace necesaria.

La pregunta no es si digitalizar, sino cómo hacerlo bien: con cabeza, con acompañamiento, integrando a las personas en el proceso. Las herramientas existen. Los modelos de negocio SaaS han democratizado el acceso a tecnología que antes solo estaba al alcance de grandes empresas. Hay opciones para todos los tamaños.

Lo que falta, muchas veces, es la decisión de empezar. Y empezar, en nuestra experiencia, es siempre la parte más difícil.


Si estás pensando en cómo abordar la digitalización de tu explotación o empresa agroalimentaria, estamos encantados de conversar. No vendemos diagnósticos ni auditorías, pero sí nos gusta entender los problemas del sector. Escríbenos y hablamos.

Etiquetas

#Transformación Digital #Agroalimentario #Agricultura #Sector Primario

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